viernes, 23 de noviembre de 2007

Capìtulo I

El mejor proyecto de mi vida... Cuando disfrutas lo que haces se vuelve más fácil todas las tareas y aveces dejande serlo y se combierten en un proyecto personal. El primer capìtulo de mì novela surge y se construyen en diferentes momentos de mi vida. Aceces sin esperarlo se van añadiendo elementos para poder crear la totalidad de la obra. Cada vez que inico a escribir no `puedo dejar de hacerlo, se vuelve una mania satisfactoria, se siente que la historia se construye por sí sola.................







Capítulo
I


Todas las luces del departamento se encontraban apagadas, excepto la de su habitación. El viento impetuoso y su extrema calidez hacían que el lugar pareciera frío, solitario, y fúnebre; sólo el humo que salía de la taza de chocolate caliente, que estaba junto a su computadora, daba un toque de vida a la casa. A pesar de la calefacción, Agustina no lograba encontrar un estado de sopor ante aquel clima tan despiadado, parecía que ella era una muñeca de frente a una computadora, aquella situación pudiese haber sido la representación de una exposición en un museo de cera.
Ella no hallaba como dar continuidad al artículo editorial que sería publicado al día siguiente en le periódico. El tic-tac del viejo reloj de pared, ubicado en la sala, el cual había sido una herencia de su abuelo materno, hacia más dura la situación; ya que sólo faltaban quince minutos para las diez de la noche, a esa hora se vencía el plazo para enviar por correo electrónico el artículo al periódico en donde ella laboraba. No podía pararse de la silla, pero el timbrar del teléfono hizo desaparecer aquella escena tan tencionante, ella tuvo que a atender:

-Buenas noches

-Buenas noches, podría comunicarme con la señorita Agustina Miller Echeverría, por favor.

-Ella habla, dígame ¿con quién tengo el gusto?

-Le saluda Ofelia Luna, directora de la Fundación del Niño Desvalido, ¿me recuerda señorita Miller?

-Sí señora Luna, un placer en saludarle, ¿en que le puedo ayudar?

-Disculpe que le llame a horas inapropiadas, pero no había podido localizarle en el periódico ni en su casa durante el día. El motivo de mi llamada es porque usted ha sido la acreedora del galardón Manos de Ángel de este año, por su incansable labor altruista.

-Con sinceridad señora Luna, no he hecho nada que no se merezcan todos los niños de la Asociación. En verdad será un verdadero honor recibir ese premio, expresó Agustina.

Aquella llamada tan inesperada fue la chispa que motivó a Agustina a darle una continuidad exitosa a la nota que realizaba. En su pecho no cabía tanta emoción, quería comunicarle de inmediato a todos sus seres queridos la alegría que la embargaba; sin embargo no podía, prácticamente estaba sola, aunque tenía el apoyo de muchas personas pero no contaba con el de sus padres. Ellos habían muerto en un accidente de tránsito del que fue ella la única sobreviviente, Agustina tenía siete años cuando esto aconteció. Ella sólo contaba con el apoyo de su prometido Adolfo Cisniega, él pertenecía a la oligarquía del país, y de Tolomeo Diez, quien había sido su protector desde la muerte de su abuelo, ya que ambos fueron grandes amigos; Agustina había aprendido a querer a Tolomeo y Margarita como sus padres, ellos la querían como a una hija, ya que nunca pudieron concebir un hijo propio. Pero no podía comunicarle su felicidad, Adolfo se encontraba de viaje en el extranjero atendiendo unos negocios de su padre, y era demasiado tarde para llamar a la mansión Diez; sin embargo había decidido hacerles una visita el día siguiente.

El clima del amanecer no había sido más condescendiente que el de la noche anterior. Agustina había logrado dormir un par de horas, el sol salió e iluminó la habitación; eran las 5:59 a.m., faltaba un minito exacto para que sonara el despertador que se encontraba en la mesa de noche junto a su cama. Cuando Agustina abrió los ojos sus rostro se iluminó por completo, con una profunda expresión de felicidad y un dulce sonrisa, la naturalidad de su belleza estaba en su máxima expresión, daba la sensación que era una niña de porcelana atrapada en el cuerpo de una delicada mujer.
Tenía que prepararse para ir a su trabajo. Después de tonar su ducha matutina, perfumó su cuerpo con esencia de melocotón, secó su cabello lacio con facilidad, ya que lo tenía hasta los hombros y luego lo peinó. Escogió dentro de su gigantesco guardarropas un traje oscuro, estilo sastre, el cual combinó con una blusa de ceda en tonalidad rosa que hacia resaltar el color gris de sus ojos y escogió unos zapatos de taco alto que había traído de su última visita a Francia, maquilló su rostro con sutilidad y colocó sobre su cuello el único recuerdo de su madre, una cadena de oro con un pequeño crucifijo. Agustina era la expresión de elegancia y buen gusto femenino.


En su trabajo era muy querida, tenía la simpatía de todos los empleados por su humildad y espíritu de servicio, excepto el de su jefe quien actuaba con hipocresía ante ella.

-Buenos días don Martín, ¿cómo amaneció el día de hoy?

- Buenos días señorita Miller, gracias a Dios un poco bien. Las medicinas que usted me consiguió me han hecho efecto.

-Qué buena noticia, me alegro mucho. Bueno me saluda a su esposa y a sus hijos.
-Gracias señorita, yo le doy sus saludos.

-Bueno, cuídese que sino es usted nadie me va a poder cuidar mejor mi auto.

-Claro que sí señorita, pero este viejo ya casi no puede hacer bien ese trabajo, yo no sé cómo no me han despedido para poner en el cargo a alguien más joven.

-No diga eso porque usted es imprescindible, sino el periódico se viene abajo.

-No es cierto, usted es tan buena que sólo quiere subirme el ánimo.

Las horas en el periódico se pasaban volando, casi siempre Agustina tenía que salir para encargarse de hacer negociaciones con empresas o tenía que asistir a las reuniones de las Damas de Caridad.:

-Maty, dígame que reuniones tengo para hoy en la tarde.

- Sólo con el consejo de prensa de TTE.

-Bueno, ¿a qué horas es?
- 4:30, señorita Miller. Y hoy tiene que confirmar la cena con los ejecutivos de la TECOS, la cual sería para mañana, ¿les confirmo?

-Si, y Maty.

-¿Sí señorita Miller?

-Comuníqueme con la casa del señor Tolomeo Diez por favor.

-En seguida.


Agustina llamó a la casa de Tolomeo para avisar de su visita. Marta la esposa de Tolomeo se alegró mucho con la llamada de Agustina y más con la noticia que les visitaría.
Llego a las 7:30pm, como lo habían acordado. Agustina había ido a la casa de el en varias ocasiones, pero la entrada era tan impactante que cada vez que iba siempre se sorprendía como si fuera la primera vez. Los jardines, las estatuas, las fuentes, y los cientos de flores hacían del jardín todo un paraíso. Y la amplitud del lugar era increíble. La entrada era aproximadamente de una manzana, así que los visitantes siempre se veían obligados a manejar hasta llegar a la casa.
Agustina toco el timbre, y el mayordomo le abrió la puerta inmediatamente.
-"El señor la espera en la sala principal", le dijo este.
-"Gracias, Tony", le respondió Agustina.
-"Siempre puntual", le dijo Tolomeo a Agustina, sosteniendo dos copas de vino. Se levanto a saludarla y la abrazo. Agustina tomo una copa de vino y brindaron. Empezaban a charlar, cuando entro la esposa de Tolomeo. Saludo a Agustina y les informo que la cena ya estaba lista.
La esposa de Tolomeo, a pesar de estar cerca de los 60 años, era una mujer muy guapa y elegante. Agustina siempre había admirado su estilo.
Los tres cenaron y disfrutaron de una charla amena. Después, la esposa de Tolomeo se retiro por un momento.
-Pues, Tina ¿Cuál es el motivo de tu visita?
-Me conoces muy bien, ¿no?, le dijo entre risas.
-Cuéntame, le respondió Tolomeo.
- El motivo de mi visita es para comunicarles que este año gané el premio Manos de Ángel, ¿Qué te parece?, le dijo Agustina.
-Bueno, me alegro por ti. En serio, te lo mereces.
-Gracias. Todo es tan perfecto en mi vida en este momento: me voy a casar, y ahora lo del premio…
Tolomeo permaneció en silencio.
-¿Qué le pasa?, le pregunto Agustina.
-Me conoces bien, le dijo Diez.
-Yo también tengo algo que decirte, agregó.
-¿Qué?, le dijo intrigada.
-No creo que debas casarte con Adolfo.
-¿Qué estas diciendo?
- Veras, el Senador Adolfo Cisniega, no es quien tú crees que es. Para todos, él es una persona admirable, de buena moral. Pero esas son sólo apariencias.
-No te entiendo.
-No se si decírtelo todo. En parte, siento que debo decírtelo porque eres importante para mí, pero tampoco quiero ser yo quien te lo diga y rompa tu corazón. Pero, sólo te advierto que esta involucrado en negocios muy turbios, y no te conviene.
-Si eso es cierto, eso no significa que mi Adolfo sea así, le dijo Agustina con voz temblorosa.
Diez permaneció callado y tomó otro trago de su copa de vino.
-No puede ser…
-Yo sólo te lo advierto. Ya lo que tú decidas es asunto tuyo.
-Ya es tarde. Es mejor que me vaya, le dijo Miller. Tomo su cartera y se marcho.
Agustina no pudo dormir esa noche pensando en lo que Tolomeo le había dicho.
¿Cuánta verdad había en todo, que tan terrible podía ser?




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